Catalina Barcena
CARGANDO

BIOGRAFÍA E HISTORIA

Una mujer adelantada a su tiempo

La personalidad de Catalina Bárcena era la de una mujer con un gran sentido del deber, del saber estar, de callar, de observar discretamente y aprender. Sin embargo, ese no querer llamar la atención, esa discreción que siempre la caracterizó, no se tradujo en conformismo.

 

Muy al contrario, Catalina era una mujer de valentía incuestionable; ejerció con suma libertad todo lo que le concernía y desafió, como pocas, las normas de un tiempo que buscaba abrirse a la modernidad del siglo XX, pero que seguía demasiado enclaustrado en el siglo XIX. Nunca permitió que ni la familia, ni la sociedad, y mucho menos la religión, le dijesen qué podía o no podía ser. Vivió según sus propias reglas, entre ellas la más básica: seguir el dictado de su corazón.

 

La llegada de Gregorio Martínez Sierra cambió su vida por completo y para siempre. Por ese amor, se separó de su primer marido, aguantó susurros y desprecios de una sociedad hipócrita y alcahueta, tuvo a su hija soltera y siguió viviendo con ese hombre casado hasta la muerte de él. A cada paso que daba, Catalina continuó enfrentándose a los susurros y desprecios de una sociedad que no la comprendía. Pero no le importó, porque Catalina Bárcena, por encima de todo, fue una mujer adelantada a su tiempo. No se identificó como feminista; hizo algo mejor: actuó como tal en su propia vida.

 

En la actualidad, aún no se le reconocen plenamente los pasos que dio en las primeras décadas del siglo XX en favor de la igualdad entre mujeres y hombres. Demostró, con las decisiones que tomó en su privacidad, que no limitaría sus elecciones vitales por las habladurías.

 

Un ejemplo claro de su compromiso con ese empoderamiento personal se vislumbró durante el entierro multitudinario, en 1920, de Benito Pérez Galdós. Medio Madrid se echó a la calle para acompañar el féretro, pues por aquel entonces, y por costumbre, solo los hombres caminaban tras el cortejo fúnebre. Catalina, gran admiradora del maestro, se encontraba junto a María Guerrero observando aquella enorme manifestación de luto. Ante la sorpresa de Guerrero, no dudó en hacerse un hueco entre los miles de hombres y acompañar el féretro del literato hasta el cementerio. Al día siguiente, varias publicaciones de la época alabaron la actitud de la actriz.

 

Catalina, 1933
catalina_pantalones

Entre Cuba y Santander, pasando por Lebeña

Catalina, primera a la derecha, con su familia

Catalina, primera a la derecha, con su familia

De Cuba a Santander

Catalina Julia María de la Paz de la Cotera París nació la mañana del 10 de diciembre de 1888 en Cienfuegos, Cuba. Sus padres, Efesio de la Cotera y de la Bárcena, fotógrafo de profesión, y Nicolasa París, recibieron a su tercera hija de los cinco que tuvieron. Ambos eran oriundos de Colio y Aliezo, dos pequeños pueblos de la provincia de Cantabria, entonces provincia de Santander.


Tras pasar casi cuarenta años en Cuba, la familia decidió volver a sus orígenes. En agosto de 1897, tomaron un vapor con destino a España. En Cienfuegos, Catalina vivió una infancia feliz y divertida, rodeada de sus hermanos y de la exuberante naturaleza cubana.


En Santander comenzó una nueva vida. Catalina asistió a un colegio de monjas, del que no guardó buenos recuerdos, y pasó los veranos en el pueblo lebaniego de Lebeña. Esta etapa marcó el inicio de su conexión con Cantabria, la
tierra de sus raíces.


Entre juego y juego, la pequeña Catalina se divertía cabalgando sobre un carnero o jugando con sus hermanas a ser actriz de teatro, un presagio de la carrera que más tarde la definiría.

El gran descubrimiento

En 1905, con apenas 17 años, Catalina y sus padres asistieron a una fiesta organizada por el escritor José María de Pereda en el pueblo montañés de Polanco. En aquella reunión se encontraban personajes tan ilustres como Benito Pérez Galdós, Marcelino Menéndez Pelayo, José Estrañi y María Guerrero, quien se hallaba de gira en Santander.

Durante la velada, alguien comentó que la hija de los Cotera tenía una voz angelical y sugirió que recitara unos versos de Bécquer para deleitar a los invitados. Catalina accedió, y su interpretación no pasó desapercibida.

Cuando escuchó a Catalina, María Guerrero quedó impresionada. Su intuición no falló: aquella jovencita tenía el potencial para convertirse, como finalmente ocurrió, en una de las mejores actrices de España. Sin dudarlo, Guerrero la invitó a Madrid para realizarle una prueba.

Meses después, Catalina se presentó ante la actriz que le cambiaría la vida.

María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza

María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza

1888Nace Catalina Bárcena en Cuba
1898La família viaja de vuelta a España
1905María Guerrero descubre a Catalina
1906Catalina visita a María Guerrero en Madrid

Matrimonio y divina juventud

Ricardo Vargas

Ricardo Vargas

Matrimonio con Ricardo Vargas

Catalina Bárcena inició su carrera como actriz al entrar como meritoria en la Compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Fue entonces cuando comenzó su vida profesional: ensayos, representaciones y viajes marcaron su día a día.

 

En el seno de la compañía, conoció a Ricardo Vargas, un joven y apuesto actor. Con él se casó en La Habana el 17 de abril de 1909, durante una gira por Hispanoamérica. Este matrimonio marcó una etapa importante en la vida de Catalina.

 

A pesar de lo publicado en numerosos medios, se ha comprobado, gracias a fechas y documentación, que el matrimonio entre ambos jóvenes no fue una tapadera para ocultar el embarazo de Catalina tras una supuesta relación, o abuso, de Fernando Díaz de Mendoza.

 

Esta afirmación fue la primera de muchas falsedades y tergiversaciones que se publicaron a lo largo de los años sobre la vida privada de Catalina Bárcena.

 

Su primer hijo

Un año y medio después de su boda, Catalina y Ricardo Vargas tuvieron a su primer hijo, Fernando, quien nació en octubre de 1910 en Santiago de Chile, durante otra gira teatral. Los padrinos del bautismo del pequeño fueron María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, una muestra del vínculo que mantenían con la pareja.

 

El matrimonio entre Catalina y Ricardo apenas duró tres o cuatro años. Fue Catalina quien tomó la decisión de separarse, aunque la fecha exacta de la separación sigue siendo desconocida.

 

Con esta decisión, Catalina volvió a demostrar su silente pero firme feminismo. Actuó con gran empoderamiento y libertad, y a pesar de la falsa moral reinante en la España de principios del siglo XX, decidió vivir su vida privada ajena a los comentarios y valoraciones de la sociedad.

 

Fernando Vargas de la Cotera, hijo de Catalina

Fernando Vargas de la Cotera, hijo de Catalina

1907Catalina debuta como dama joven
1909Catalina se casa con Ricardo Vargas
1910Nace su hijo Fernando
1912 / 1913Catalina se separa de Ricardo

La vida con Gregorio es un teatro

Catalina y Gregorio Martínez Sierra

Catalina y Gregorio Martínez Sierra

Su relación con Gregorio

Si María Guerrero inició la vida teatral de Catalina, quien la sostuvo y la modeló fue Gregorio Martínez Sierra, otro nombre fundamental en la historia del teatro en España.

 

Entre 1912 y 1913, Catalina demostró su negativa a seguir los dictados moralistas de la sociedad. La convivencia con su marido, Ricardo Vargas, estaba muy deteriorada debido a sus personalidades opuestas: mientras Catalina era hogareña y centrada en su hijo, Ricardo prefería disfrutar de una vida más social. Finalmente, Catalina tomó la decisión de separarse, convirtiéndose en una mujer separada y con un hijo que labró su propio presente y futuro.

 

Se desconoce si fue a finales de 1913 o principios de 1914 cuando Catalina inició su relación con Gregorio Martínez Sierra, quien estaba casado desde 1900 con María Lejárraga. Sin embargo, ya en 1914, su vínculo era conocido en muchos círculos teatrales y periodísticos, a pesar de los rumores y tergiversaciones posteriores sobre su vida privada.

 

La relación entre Catalina y Gregorio no fue pasajera ni caprichosa. Ambos estuvieron juntos durante más de treinta años, hasta el fallecimiento de Gregorio en 1947, consolidando un vínculo profundo tanto en lo personal como en lo profesional.

 

Catalina Martínez Sierra, hija de Catalina

Catalina Martínez Sierra, hija de Catalina

Katia y el éxito absoluto

En 1922, Catalina y Gregorio Martínez Sierra fueron padres de su única hija en común, Catalina Martínez Sierra de la Cotera, a quien su abuela Nicolasa llamó cariñosamente Katia.


En esa etapa, Catalina vivía su máximo esplendor, rebosante de éxito profesional y personal. La actriz se consolidó como una de las primeras figuras de la escena teatral y cinematográfica. Europa y América se rindieron ante su talento, con aclamadas interpretaciones en ciudades como París, Londres, Nueva York, Buenos Aires y Montevideo.


Su relación con el mundo cultural de esas décadas también la convirtió en una fuente de inspiración para artistas destacados. Federico García Lorca le dedicó un poema, Joaquín Sorolla le realizó un impresionante retrato de cuerpo entero, Gamonal la retrató y Rafael Barradas confesó que “no dibujo más que Bárcenas” tras pintarla innumerables veces.


La llegada de la Segunda República le permitió finalmente divorciarse de Ricardo Vargas, a pesar de las numerosas trabas que él interpuso para dificultar el proceso.

 

1913 / 1914Catalina y Gregorio inician su relación
1914Su relación con Gregorio es "vox populi"
1916Catalina entra en Teatro de Arte
1920Catalina acompaña al féretro de Benito Pérez Galdós

Hollywood

A finales de 1930, la compañía de Gregorio Martínez Sierra, con Catalina como primera actriz, finalizó su larga gira por casi toda Hispanoamérica. El agotamiento acumulado llevó a Gregorio a disolver la compañía, marcando el cierre de una etapa profesional intensa.


A principios de 1931, Catalina y Gregorio viajaron a Los Ángeles. Allí, Gregorio fue contratado por la Metro Goldwyn Mayer y, posteriormente, por la Fox como director del departamento de películas en castellano. Este nuevo rumbo profesional lo situó en el epicentro del naciente cine hablado en español.


Inicialmente, Catalina acompañó a Gregorio con la intención de descansar y sin planes de iniciar una trayectoria cinematográfica. Sin embargo, su talento no pasó desapercibido: le pidieron realizar pruebas de cámara, que aprobó con gran facilidad.


Así, Catalina será la primera actriz que rueda una película en castellano en Hollywood; y allí, durante cuatro años, protagonizará hasta siete películas, consolidando su lugar en la historia del cine.

 

Durante el rodaje de una película en Hollywood

Durante el rodaje de una película en Hollywood

Catalina Bárcena

Catalina Bárcena

CIFESA

Ante la enorme adaptación de Catalina al cine, CIFESA, la gran productora cinematográfica española, vio en la actriz internacional a su nueva estrella. Le ofreció un suculento contrato para rodar varias películas en España.

Catalina, deseosa de volver y estar con su familia, no lo dudó. Además, la pareja había construido, en la Avenida del Valle de Madrid, un maravilloso y vanguardista palacete plagado de obras de arte. Aquella casa se convirtió en un referente para arquitectos y diseñadores de interiores eclécticos y modernistas.

Sin embargo, a los pocos días de comenzar el rodaje de su primera película en España, en julio de 1936, se produjo el golpe de Estado perpetrado por Francisco Franco.

1922Nace Catalina Martínez Sierra (Katia)
1931Catalina y Gregorio viajan a Hollywood
1931 / 1935Catalina protagoniza siete películas en Hollywood
1936Catalina vuelve a España y firma con CIFESA

La huida

La Guerra Civil

El inicio de la Guerra Civil española sorprendió a Catalina y Gregorio en Madrid, mientras Katia y Fernando estaban en Tetuán al cuidado de Nicolasa, la madre de Catalina. En Tetuán, la familia había alquilado una casa de verano.

En Madrid, el horror de la guerra se hizo presente muy cerca de su hogar. Según contó Gregorio en una carta a sus hijos, escuchaban diariamente los fusilamientos que se producían en los alrededores. Además, soportaron las primeras entradas en su domicilio, realizadas bajo el pretexto de registros, pero que en realidad eran excusas para robar.

Día tras día, Catalina y Gregorio recibían noticias del asesinato de amigos y colaboradores cercanos, como Federico García Lorca, Honorio Maura y Muñoz Seca. Estas tragedias aumentaron la angustia de la pareja, que se encontraba en una situación cada vez más peligrosa.

Ante el creciente riesgo, Gregorio, temiendo por su vida, decidió huir a Orán. Catalina, como confesó en una carta a su madre, eligió exiliarse con él, iniciando un nuevo capítulo lleno de incertidumbre lejos de su hogar.

Guerra Civil española, 1936 – 1939

Guerra Civil española, 1936 – 1939

Catalina y Gregorio en Buenos Aires, 1947

Catalina y Gregorio en Buenos Aires, 1947

El largo exilio

En octubre de 1936, Catalina y Gregorio comenzaron un largo y doloroso exilio. Durante tres años, la pareja se desplazó por diferentes ciudades esperando volver a España en cualquier momento: Orán, Juan-les-Pins, París... Ni quisieron ni pudieron ir a Tetuán, protectorado español plagado de golpistas, temiendo por la seguridad de sus hijos. La guerra no solo no terminó, sino que la victoria de los sublevados los alejó aún más de la vuelta deseada.

Catalina y Gregorio perdieron casi todo su patrimonioSu casa fue completamente saqueada y bombardeada, y la editorial de Gregorio, con más de treinta y cinco mil libros, desapareció bajo los bombardeos.

Gregorio enfermó. Catalina y él pasaron los días y los meses en un pequeño apartamento de París. Tras tres años fuera de España, los recursos de la pareja comenzaron a escasearSus hijos y su madre seguían en Tetuán. Hacía ya tres años que no veían a sus hijos.

Consiguieron estar con Fernando unos días en 1939, cuando este llegó a París poco antes de que la pareja partiera hacia Buenos Aires. Necesitaban trabajar, y desde Argentina los reclamaron para una pequeña gira. El 1 de junio de 1939, Catalina y Gregorio tomaron un barco y viajaron a Buenos Aires. Lo que se preveía como una ausencia de cinco meses se convirtió en ocho larguísimos años; en total, once años sin ver a la pequeña Katia.

 

El retorno

En Argentina, Gregorio Martínez Sierra apenas trabajó. Su estado de salud era delicado y, en siete años, solo consiguió dirigir tres películas menores. Además, sus obras estuvieron prohibidas en España entre 1942 y 1945, lo que agravó la situación económica de la pareja. Catalina se convirtió en la única fuente de ingresos, no solo para ellos, sino también para toda la familia que quedó en España, incluidos sus hijos y los hermanos de ambos.

El trabajo teatral escaseaba, por lo que Catalina recurrió a los seriales radiofónicos como medio para ganarse la vida. Algunos de esos seriales fueron escritos por Gregorio, quien colaboraba desde las sombras, a pesar de su estado.


En 1947, a pesar de tener un expediente abierto en España, Gregorio decidió regresar debido al avance de su enfermedad. La pareja regresó el 16 de septiembre de ese mismo año. En el aeropuerto les esperó su hija Katia, a quien habían dejado con apenas catorce años. Quince días después de su regreso, Gregorio falleció en su domicilio, cerrando una etapa de casi tres décadas de vida juntos.

En las pocas entrevistas que concedió tras la muerte de Gregorio, Catalina se mostró como una mujer marcada por la ausencia de su compañero de vida, reflejando el profundo impacto que su pérdida tuvo en ella.

 

Llegada a España; Catalina y Gregorio, 1947

Llegada a España; Catalina y Gregorio, 1947

1936Estalla la Guerra Civil. Catalina y Gregorio inician su exilio
1936 - 1939Catalina y Gregorio huyen a Orán, Juan-les-Pins y París
1939Catalina y Gregorio se exilian a Buenos Aires
1947Catalina y Gregorio vuelven a España

La última gira

Compañía Cómico Dramática Gregorio Martínez Sierra

Compañía Cómico Dramática Gregorio Martínez Sierra

Compañía homenaje a Gregorio

En 1948, Catalina cumplió el sueño de Gregorio Martínez Sierra y fundó nuevamente su propia compañía de teatro. Como homenaje, decidió llamarla Compañía Cómico Dramática Gregorio Martínez Sierra.


Durante los siguientes cuatro años, Catalina recorrió España representando las obras de Gregorio y María Lejárraga, además de dar oportunidades de estreno a jóvenes dramaturgos, siguiendo el ejemplo de lo que ellos hicieron con Federico García Lorca. Sin embargo, este nuevo proyecto la obligó a separarse de sus hijos y de su madre, casi centenaria, apenas ocho meses después de regresar a España.


Las difíciles circunstancias económicas llevaron a Catalina a girar por toda España con la compañía
. En las cartas que enviaba a su hija Katia, Catalina reflejaba su soledad, el cansancio de los viajes y la enorme responsabilidad de dirigir la compañía. Estas cartas son un testimonio devastador de los sacrificios que realizó durante esta etapa.


Catalina también se convirtió en mentora de jóvenes actrices
que más tarde se consolidarían en el teatro español. Entre ellas destacan nombres como Encarna Paso, Irene y Julia Gutiérrez Caba, y María Luisa Ponte, a quienes ofreció sus primeras oportunidades.

El ansiado retiro

Entre 1948 y 1952, Catalina vivió años marcados por la tristeza y el cansancio, incapaz de superar la ausencia de Gregorio Martínez Sierra. Esta etapa estuvo además acompañada de problemas de salud y una sordera persistente y progresiva, que le dificultaban enormemente continuar sobre las tablas.


Finalmente, en 1952, Catalina tomó la decisión de disolver la compañía, poniendo fin a una etapa intensa y llena de sacrificios.


En los años posteriores, Catalina apareció en dos o tres obras de teatro de manera anecdótica, impulsada por la amistad y no por un verdadero regreso a la profesión. Salvo esas excepciones, se retiró definitivamente a su hogar, donde vivió con sus hijos. Su hijo Fernando, debido a motivos de salud, permaneció siempre al lado de Catalina tras su regreso a España.

Catalina con Juan Calot, 1952

Catalina con Juan Calot, 1952

1948Catalina funda su propia compañia de teatro
1948 / 1952Catalina recorre España con su compañía
1952Se disuelve la compañía de teatro
1954Catalina se retira de los escenarios

Tiempo de silencio

Adiós, Mimí Pompón, 1961

Adiós, Mimí Pompón, 1961

La rueda de la vida

Entre 1948 y 1952, Catalina vivió años marcados por la tristeza y el cansancio, incapaz de superar la ausencia de Gregorio Martínez Sierra. Esta etapa estuvo además acompañada de problemas de salud y una sordera persistente y progresiva, que le dificultaban enormemente continuar sobre las tablas.

Finalmente, en 1952, Catalina tomó la decisión de disolver la compañía, poniendo fin a una etapa intensa y llena de sacrificios.

En los años posteriores, Catalina apareció en dos o tres obras de teatro de manera anecdótica, impulsada por la amistad y no por un verdadero regreso a la profesión. Salvo esas excepciones, se retiró definitivamente a su hogar, donde vivió con sus hijos. Su hijo Fernando, debido a motivos de salud, permaneció siempre al lado de Catalina tras su regreso a España.

El último adiós

Tras pasar unos años de absoluto retiro en San Pedro de Pinatar (Murcia), Catalina Bárcena regresó a su hogar en Madrid, donde transcurre la última etapa de su vida acompañada por sus hijos Katia y Fernando.

Catalina falleció el 3 de agosto de 1978, a pocos meses de cumplir 90 años. Tiempo atrás, había dejado de hablar, tal vez porque le bastaba vivir en sus recuerdos. Se fue con la discreción que siempre quiso para su vida, alejándose de los focos y las miradas.

Hoy, numerosos artículos, documentales y obras de teatro han intentado retratar a una Catalina que no fue real. Estos relatos no logran mostrar el carácter de una mujer que vivió con la máxima dignidad, guiada siempre por sus propias decisiones y valores.

Catalina Bárcena, 1926

Catalina Bárcena, 1926

1952Aparece en Miss Mable por amistad
1961Catalina vuelve para participar en una película, Adiós, Mimí Pompón
1962 / 1978Catalina disfruta de su retiro junto a sus hijos
1978Catalina fallece en Madrid con casi 90 años
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