Catalina Barcena
CARGANDO

CATALINA COMO INSPIRACIÓN

Lápices y pinceles

Manuel Fontanals Mateu, nacido en Barcelona en 1878, siempre destacó como un creador integral en el ámbito de las artes visuales y escénicas.

Su formación en pintura se complementó con un interés creciente por el espacio teatral, lo que lo llevó a trabajar como escenógrafo en diversas producciones. 

De la mano, entre otros, de Gregorio Martínez Sierra y en las primeras décadas del siglo XX, Fontanals se convirtió en uno de los escenógrafos más importantes del teatro español.

Entendía la escenografía no solo como un fondo decorativo, sino como una extensión de la narrativa que debía dialogar con los actores.

Es ahí donde su relación con Gregorio y, consecuentemente con Catalina Bárcena, adquiere relevancia.

Catalina trabajó en numerosas ocasiones con Fontanals.

Los tres, Bárcena, Fontanals y Martínez Sierra, crearon una perfecta fusión entre la estética visual modernista y renovada del escenario con la potentísima actuación de Catalina.

Pero los tres hicieron algo más, demostraron que el éxito de una producción teatral no radicaba solo en el talento actoral de Catalina o en la calidad del texto, sino en la perfecta sincronización de todos los elementos visuales y dramáticos. 

Fontanals, con su formación pictórica, aportaba una sensibilidad cromática y compositiva que elevaba la dimensión visual del teatro; mientras que Bárcena, con su interpretación, lograba que estos espacios cobraran vida. 

A través de su escenografía, sus carteles, figurines, cuadros… Fontanals parecía estar en perfecta sintonía con la intensidad emocional que se le pedía para cada obra. 

Con su innovadora visión, con su estilo personalísimo, logró crear una estética teatral que marcó una época y que hoy sigue siendo referencia en la historia del teatro español. 

Catalina fue fuente de inspiración para pintores como Joaquín Sorolla o dibujantes como Isidro Fernández Fuertes, más conocido como Gamonal. 

Joaquín Sorolla, nacido en 1863 en Valencia, fue uno de los maestros de la pintura española. Si por algo se distingue Sorolla es por su habilidad para captar la luz. Con una técnica precisa y un uso vibrante del color, Sorolla creó un estilo único que combinaba elementos del impresionismo y el realismo, logrando escenas llenas de vida, movimiento y emoción. Pintor de paisajes, escenas cotidianas y retratos; entre estos últimos hay un cuadro muy celebrado para los amantes del teatro, el de Catalina Bárcena (inacabado). 

Sorolla, que había retratado a numerosas figuras del mundo cultural español, mostró un particular interés en el teatro como expresión de la vida cotidiana y el drama humano. Es probable que Sorolla y Catalina se conocieran a través de círculos artísticos compartidos.

El retrato de Catalina es el retrato de una mujer que mira al pintor con el semblante cansado, pero con la mirada atenta, confiada. Parece que posa para una fotografía, un instante, un momento de descanso mientras estudia su nuevo papel. Sentada en un sofá, que no parece especialmente cómodo, nadie diría que está descansando, sino trabajando mientras el pintor le ha sugerido que le mire un momento. Catalina accede, intenta quizás, posar, colocar el brazo, alzar la barbilla; pero parece demasiado concentrada. Junto a ella, un manuscrito; tal vez su nueva obra de teatro. 

Isidro Fernández Fuertes, nacido en Madrid en 1877, fue siempre conocido en los círculos artísticos como Gamonal. Se cuenta que Fernández, como tantos otros, vendía acuarelas en el parque del Retiro cuando Sorolla, al ver sus cuadros, le ofreció que fuera uno de sus discípulos. 

Gracias a Sorolla, Gamonal pudo completar su formación en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Tras su periodo de formación, abrió un despacho en la mismísima Puerta del Sol donde acudía la alta sociedad madrileña para encargarle sus retratos, su gran especialidad. 

Pero el dibujante también se relaciona con los ambientes bohemios y teatrales de Madrid.  Gamonal dibuja a Catalina en 1917 mientras interpreta La adúltera penitente de Agustín Moreto. En el periódico La Esfera, el 16 de febrero de 1918, aparece este imponente y sobrio retrato de Catalina en un reportaje sobre las actrices españolas.

Rafael Barradas, nacido en Montevideo en 1890, fue un importante pintor vanguardista y dibujante que dejó una profunda huella en las artes visuales de España. Con Catalina y Gregorio no solo tuvo una relación profesional sino también de amistad. 

Hacia 1920, Barradas se instala en Madrid, procedente de Barcelona, donde es contratado por Martínez Sierra como dibujante para la “Biblioteca Estrella”. Su misión es ilustrar las ediciones de numerosos clásicos. Muy pronto se convierte en una figura clave dentro del panorama cultural español. Su estilo mezclaba elementos del futurismo, el cubismo y el expresionismo hasta llegar a su propio estilo: el vibracionismo, en el que intentaba plasmar el movimiento, la luz y el color de manera simultánea. 

Durante el periodo del Teatro de Arte trabajó como escenógrafo, figurinista y afichista. Su fascinación por el movimiento, la luz y la velocidad de la vida urbana lo llevó a explorar nuevas formas de expresión en el lienzo y en el escenario teatral. 

Su carrera se desarrolló en un momento en que el teatro en España, gracias sobre todo a Martínez Sierra, experimentaba una renovación artística con la influencia de movimientos europeos como el simbolismo y el expresionismo. El empresario teatral y director de escena, con su enfoque innovador, encontró en Barradas un aliado creativo y este a su vez, en Catalina, una inspiración continua para sus proyectos. 

Para Barradas, el teatro no era solo un espacio de actuación, sino una plataforma donde su arte plástico podía expandirse y transformarse. Sus escenografías rompían con las convenciones realistas tradicionales, introduciendo elementos que acentuaban el dinamismo y la energía de la obra; elementos que resonaban con su estilo vibracionista. Este enfoque encajaba perfectamente con la intensidad interpretativa de Bárcena, quien buscaba un teatro que no solo impactara desde el texto, sino desde una experiencia estética total. Y es que la actriz destacaba por su capacidad interpretativa, pero también por ser una figura abierta a la experimentación y a la incorporación de nuevas formas de expresión.

Catalina se convirtió en la musa teatral de la vanguardia, la musa de Barradas. Se conservan innumerables obras y bocetos de Catalina Bárcena pintada por Barradas, hasta el punto que, como el mismo pintor declaró una vez, “no dibujo más que Bárcenas”.

Musa de pintores y poetas

Tu voz es sombra de sueño. 

Tus palabras son en el aire dormido 

pétalos de rosas blancas.

Por tus cabellos dorados,

por tu mirada profunda, 

por tu voz nublada y triste 

¡rindo mi capa andaluza! 

Se estremece el corazón del viento, 

si tú lo miras. 

Siente la clara nostalgia de tus fuentes pensativas. 

Tienen tus ojos la niebla de las mañanas antiguas; 

dulces ojos soñolientos preñados de lejanías. 

Al escucharte se siente dentro del alma 

un lejano rumor de cálida fuente.

Federico García Lorca

Federico García Lorca

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Joaquín Sorolla

Joaquín Sorolla

Por las áureas madejas de su pelo,

por la luz nacarada de su frente,

 la tarde evoca, cuando dulcemente

la luna con el sol comparte el cielo.

Y así es la actriz en su temprano vuelo:

apasionada y tierna juntamente;

con resplandor de sol en Occidente,

de la luna templado por el velo.

Y esta serena claridad del día,

lleva en su corazón, viva y radiosa,

otra luz toda gracia y alegría.

Luz que al llenar sus ojos, victoriosa,

si ingenua sabe hacer la picardía,

la ingenuidad convierte en maliciosa.

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Hermanos Álvarez Quintero

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